Thursday, July 02, 2009
Entre la escasez y la abundancia
Claudia Campero
L@s habitantes de la ciudad se rascan la cabeza y se preguntan “¿La ciudad de México sufre de escasez de agua o de abundancia?” Las noticias de hoy 2 de julio nos dicen, por un lado, que las represas que surten a la ciudad no han recuperado los niveles de agua necesarios para nuestra tranquilidad y, por el otro, nos dicen de las inundaciones aquí y allá.
Cualquiera puede hacerse esta pregunta “¿escasez o exceso?” y sentir que no tiene la respuesta. Y es que la respuesta es una contradicción (incluso parece ser un insulto al sentido común): la ciudad de México sufre de las dos. No se trata de sufrir de ambos problemas dependiendo de la temporada del año, hoy incluso, se sufre de ambos males al mismo tiempo.
Lo que l@s ciudadan@s de la capital necesitamos saber es que la locura no está en esta contradicción. La locura está en los años, incluso siglos, de manejo irracional y necio de una cuenca. Tengo ganas de preguntarle a alguna maestra de historia de primaria qué es lo que dicen l@s niñ@s cuando les platican de la gran Tenochtitlán. De vez en cuándo habrá algun@ que pregunte ¿dónde están aquellos lagos?
Los ingenieros actuales, al igual que los anteriores, se han empeñado de una manera sorprendente en contradecir pendientes y distancias para trasladar agua limpia y sucia al servicio de la ciudad. Y el agua, siempre bondadosa, muchas veces necia, nos recuerda constantemente que no está a nuestro servicio.
Cuando se les pregunta a estos ingenieros ¿qué no sería prudente aprovechar el agua de lluvia en vez de intentar desalojarla? Responden con gran seguridad: es muy caro y además haría poca diferencia en el problema.
¿Y qué no resulta carísima la sobreexplotación del agua subterránea? Actualmente, esta sobreexplotación significa que el agua cada vez es de menor calidad teniendo que invertir más y más en su potabilización. Además, los hundimientos que sufre la ciudad están directamente relacionados con esta sobreexplotación. Estos hundimientos generan costos tanto en infraestructura pública (las tuberías se rompen y pierden pendiente, las calles se abren) como en casas particulares. Por si esto fuera poco, ya han costado vidas humanas las cuales son imposibles de incorporar en las ecuaciones ingenieriles.
¿Cuándo entenderemos que tenemos que repensar nuestro modelo de ciudad? ¿Cuándo nos daremos cuenta que si no cambiamos este paradigma de manejo cada vez saldrá más caro y cada vez sufrirán más personas? ¿Cuándo nos daremos cuenta que las grandes infraestructuras tienen grandes limitaciones? Necesitamos remitirnos a lo más simple: ¿cómo reestablecemos, en la medida de lo posible, el ciclo natural del agua?
Labels: Agua cd. de México